jueves, 22 de octubre de 2009

NO ROMPAN LAS PELOTAS...


Nunca vamos a entender esa pasión desenfrenada, ese ritual masculino, esas camisetas transpiradas. Es probable que lo aceptemos, pero muy a nuestro pesar. Esos gritos que salen de una garganta desgastada, de un pecho agitado, mucho no se entienden. O por lo menos nosotras no lo entendemos. Nos gusta el juego, el encuentro, el evento pero eso que manejan como propio, siempre será de ustedes. Nunca habrá un lugar para nosotras, no insistan. Te dejan afuera, te subestiman y asumen como lema: "No se habla de fútbol con una mujer".
Lo asumimos, nosotras sí lo asumimos. Asumimos todo. No jugamos como ustedes, no sabemos las reglas como ustedes, ni tampoco miramos un partido como ustedes. La mirada femenina está, y siempre aparece en cuanto hay un intento bien intencionado de incluirnos en algún Superclásico, pero de otra manera. -Qué linda la nueva camiseta!-, puede escucharse ocasional y tímidamente en algún momento. Y el entretiempo para nosotras es como un respiro, un desahogo, una calma, ahí si podemos hablar sin que nos miren con desprecio. Pero asúmanlo, también es raro de este lado escucharlos decir cosas como: "Pateá bobo!", "Por el costado, por el costado...", "Qué perro que sos..." Si se vieran, si se escucharan...
Es también muy difícil entender cómo pueden ver sin que les cause ningún efecto o reacción, como todos transpirados se abrazan efusivamente, se tocan sus partes y se besan picando sus labios como enamorados, mientras festejan efusivamente. Es un festejo, es un rito, es una costumbre.... Está bien! Pero hay que reconocer que no los pone en un lugar demasiado masculino. Sobretodo a aquellos que se los suele ver como opositores a amores ya consolidados entre gente del mismo sexo.
Es un mundo al que no pertenecemos y nunca perteneceremos. Pocas son las que ocupan lugares de protagonismo en esta área. Pero cuando aparece una, desaparece muy rápidamente porque es raro que le den una oportunidad con la misma intensidad que se le da a un par del sexo opuesto. Con nosotras de eso no se discute, no se habla.
Y ahí los vemos con el bolso preparado, los botines listos, la pelota en la mano. Y vuelven con un brazo menos, una pierna que camina al revés, un huevo gigante que sobresale de la cabeza y con los dientes en una bolsita. Y no fue peleando contra un león, ni tratando de salvar a una viejita, ni trepando un árbol para rescatar un gatito desamparado.
El relato desaforado sonando de fondo a los gritos limpios, el bombo generándote una jaqueca de horas, la bandera rozando por tu iris y el sudor del barra brava sellado en tu mejilla, puede ser parte del precio que pagues por intentar entenderlos, por intentar compartir con ellos ese momento. Pero al menos lo intentamos, en algún momento hacemos el esfuerzo. Ponemos energía, garra y tiempo para compartirlo con ustedes. Vaya una a saber por qué...

No hay comentarios:

Publicar un comentario