viernes, 4 de febrero de 2011

HOMBRE, DILE HOMBRE.


El papel de la mujer en la sociedad ha evolucionado. Ahora no sólo es ama de casa y madre. Es presidente de un país, directora de una compañía, jefa o empresaria independiente.
Las que en la historia se han destacado en la literatura, la ciencia o el arte, lo han hecho tras el anonimato, el seudónimo o señaladas como disfuncionales sociales. Mujeres que se han sentido injustamente culpables por su inteligencia o por sus talentos, y que han llevado eso en sus hombros como una carga, como una maldición. Pero hoy eso es eso, historia.
La competitividad con el hombre ha puesto a la mujer a la par en todos los aspectos. Claro, salvo en esos puestos que son exclusivos para el sexo masculino.
La diferencia entre nosotras y ellos, hoy sólo es hormonal y física. A la hora de competir con el intelecto, el esfuerzo es el mismo, o casi. En algunos excepcionales casos, es el doble. Porque aún quedan algunos vestigios de aquello que denominamos "historia".
"Andá a lavar los platos"; "El lugar de las mujeres es en la cocina"; "No pueden caminar y masticar al mismo tiempo"; "Su cabeza sólo sirve para después apoyar un vaso con whisky", son frases que aún se escuchan por ahí. ¡Negalo, si sos macho!
Ser mujer y saber que ser mujer es mucho más que esas frases que sólo denotan inseguridad levantan, aunque suene raro, nuestra autoestima. Porque cuando nos atacan, lo que a vos te debilita como hombre a nosotras nos fortalece. Sí, tu debilidad o tu inseguridad, nos hace más fuertes, nos hace más seguras.
El orgullo de ser mujer y de acceder a lo mismo que hace décadas sólo accedían los hombres, nos enaltece y nos coloca en un punto del mundo diferente, más abierto, más responsable, más audaz. Eleva el deseo de superarnos a nosotras mismas, a crecer, a conseguir lo que consideramos LA libertad, nuestra libertad.
Pero todo esto no nos hace superiores. No, chicas. ¡No! No podemos ir al otro extremo y considerar al hombre como una cosa portadora de un aparato reproductor masculino y nada más. No podemos denominarlos como livianamente se los denomina: "chongos".

Ellos no son cosas, no son maniquíes, no son robots, no son muñecos, NO son-chon-gos. Está bien, podrás decir que alguno, sí. Pero justo "ese", no entra en esta discusión.

Es necesario mantener el respeto, la integridad del otro, la masculinidad, su hombría. Y otra vez me vas a decir que a algunos les falta todo esto. Y otra vez te voy a decir, tenés razón pero "esos" tampoco entran en esta discusión.
No van a respetarte si vos no los respetás. Parte de nuestro crecimiento y desarrollo en la sociedad, se debe a la apertura mental que tuvieron ellos como género para hacerse a un lado y darnos a todas la oportunidad y el espacio para intentarlo, para lograrlo. Nos dieron el lugar para poder demostrarlo. Y me vas a decir: ¡Se corrieron por cagones! Puede ser, pero "esos otros" tampoco entran en esta discusión. Todos "esos" no son más que excepciones.
Minita, mina, perra, yegua, los términos que quieras emplean hacia nosotras. Sí, no son los adecuados pero depende de ellos que los cambien y de nosotras no aceptarlos.
¿Alguna vez te pusiste a pensar lo feo que suena "CHON-GO"? Horrendo, espantoso, injusto, despectivo, vulgar, paupérrimo, pedorro, es muy desvalorizante, bah. Un término tan pero tan...chongo, no puede ser ni siquiera gracioso.

El hombre no es una cosa que sólo sirve para eso que estás pensando y nada más, aunque hayan quienes lo traten como tal. De ellas desconfío, de ellas dudo.
No valorizarlos, es no valorizarnos a nosotras. Y si nosotras no nos valorizamos, chau pichi. Fue, se acabó, no va más, es triste. Y todo lo que construimos en la historia hasta acá, vuelve al mismo punto. Todo vuelve a empezar, pero al revés.
Sé que no sólo nosotras usamos ese término, pero de eso que se encarguen los responsables. Yo sólo puedo hablar de mi y de nosotras. Yo sólo puedo hablar desde la mujer que soy.

Por el esfuerzo que nos ha llevado por siglos nuestro lugar, por nuestros derechos, por nuestros deseos, antes de nombrar a un hombre que se llama Alfredo; Ricardo; Roberto; Ramón; Mario; Rubén o como se llame con el término "Chongo", pensalo. No seas jodida. Porque a vos no te gusta que te traten como a una cosa que sólo sirve para "eso".