martes, 12 de enero de 2010

ALTOS TACOS

La moda incomoda pero a nadie le importa. El precio que se paga por llevar puestos esos zapatos tan deseados, a veces es mucho más caro de lo que resultó ser la cuenta final que aparece en la tarjeta de crédito. Eso sí, lo vale.
Siempre fueron como tesoros preciados, objetos del deseo que hipnotizan, objetos que se convierten en una obsesión. Ya de chica era verlos, imaginármelos puestos y salir corriendo a comprarlos. Pero siempre hay algo que sucede, basta que los quieras para que no haya de tu número, para que no haya de tu color favorito. De chica he llegado hasta usarlos más pequeños por no encontrar de mi número exacto. He sufrido, he llorado por ellos. Los he padecido, pero siempre con la frente alta, orgullosa de ellos. Una verdadera desgracia.
Cuando medís menos que un hobbit y tenés la suerte de no tener el pie tan ancho como ellos, la altura del taco es el secreto. Te cambia la altura, la postura, tu paso es más femenino y delicado. Todo es más glamoroso. El tamaño del taco es directamente proporcional a la seguridad que se siente. El grado de presencia aumenta con los centímetros.
Cuando ves todo desde abajo, es notable notar que desaparecés entre el resto de la gente que se encuentra en el mismo espacio físico que vos. Pero cuando tu taco es pronunciado, tu ego también se pronuncia. Sentir seguridad al entrar a un lugar, al caminar, al interactuar con otros mientras te miran a los ojos, es millones de veces mucho más placentero que si miraran al piso como si se les hubiera perdido algo. Y lo peor, es que ese algo sos vos.
Problemas de columna, pies hinchados, juanetes, dolor de dedos apretados, talones lastimados, plantas con ampollas, tobillos doblados, son tantas las cosas que pueden causar esos hermosos tacos...
Los zapatos son definitivamente una debilidad. Para los hombres son los autos, el fútbol, las motos. Para nosotras, son esos benditos calzados. Y hay de tantos colores y formas...
El mundo de la moda pisa firme en materia de calzados. Cerrado, abierto, medio abierto, con tiritas, tipo sandalia, tipo botita, con forma de ojota, casi zapatilla, clásico, moderno, de gato! Las variedades en sus formas son incontables. La creatividad debe tener una carpeta aparte en su archivo con el nombre "zapatos" o "shoes", ¿quién sabe?
Y no importa si tenés 350 pares, siempre necesitás alguno más que combine con algún vestido o atuendo determinado. Siempre, pero siempre, te falta uno... -par me refiero- Lo más probable es que ya no tengas más espacio donde guardarlos, pero tampoco eso te importa.
La adicción que genera el zapato es casi o tan dañina como la droga. Siempre querés más y la satisfacción que provoca tenerlo, usarlo, llevarlo, termina destruyendote el cerebro de a poco. Pero para esto no hay centros de rehabilitación, en eso estamos re jodidas. A lo sumo tendrás algún novio que esté harto de no tener espacio en el placard y trate de frenarte. O algún marido que ya no quiera destinar más porcentaje de su sueldo en esos objetos tan poco útiles para ellos. Ahora eso sí, seguro disfruta cuando te los dejás puestos. Eso, es recontra probable.
Y sí, los zapatos son un fetiche, un elemento de colección, unas hermosas Ferraris sin rueditas. Y aunque avances como pisando huevos, siempre es mucho pero mucho más atractivo llevarlos puestos que verlos desde lejos, en elguna vidriera del centro.



3 comentarios:

  1. jajajaajaja
    me sentí identificada, tenés en otro color, en otro número? no? no importa, me llevo éstos 2 números mas chicos jajaajaj
    saludos y buen año!

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  2. Hola, es la primera vez que visito este blog, me has ganado con esta entrada, mi debilidad y mis mayores pecados (económicos) también son los zapatos.

    Te cambia la altura, la postura, tu paso es más femenino y delicado.... eso pienso yo cuando voy a comprarme unos y gasto el doble de lo que tenía pensado. Y si, a mi si me importa, cuando necesito unos de color azul tinta, con tancón de aguja y corte salón, tengo que encontrarlos así exactamente, da igual recorrer 30 tiendas o buscarlos durante dos meses, y no hay cosa que más me fastidie que no encontrarlos.

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  3. Triste y desgraciadamente no puedo comprar todos los zapatos que quisiera, calzo 41-42 como sabras,nunca hay.
    Un dia voy a escribir sobre eso

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