martes, 10 de noviembre de 2009

ENDROGADAS POR LA VIDA


Pastillas para adelgazar, para dejar de fumar, para el tránsito lento, para el dolor de ovarios, para calmar la histeria. Las mujeres llevamos un Vademecum de posibilidades a resolver con una píldora. El problema es que tenemos tantos problemas como cápsulas hay en el mercado. Y la maldita revolución femenina también nos ha llevado a estados de ánimos extremos por el exceso de responsabilidades. Y la falta de comprensión sigue siendo una amiga más en nuestras vidas. Que el trabajo, que los hijos, que el marido, que la casa, que la familia, que las hormonas... Esas malditas chicas que aparecen y descontrolan cualquier estado de felicidad y armonía. Y la armonía ya no se encuentra, ya no se siente, ya no nos viene a visitar. Y es ahí cuando todo se empieza a poner oscuro y perdemos el foco de lo que somos y de lo que queremos ser. La vida nos explota, sí. Todo nos agota. Tantas cosas hacemos durante el día, durante la semana, durante toda la vida que la razón de existir muchas veces se convierte en la "misión" de existir.
Un pastillero oculto entre esas tantas cosas que uno guarda en ese container que denominamos cartera, es la salvación al hundimiento, a la depresión, a la angustia que nos provoca ser todos los días lo que somos: mujeres.
Para que nos vean lindas, para que nos vean satisfechas, para que nos vean calmas, para que nos vean... Y como corresponde, no como locas desatadas que avanzan a paso firme pero desorientado. Porque sino no podemos crecer, no podemos ejercer. Todos empiezan a sospechar y a ver en nosotras cosas que no son, que no somos. Y especulan tanto sobre lo que nos puede estar pasando que hieren. Son nuestros ánimos los que nos traicionan, literalmente nos hunden.
La incomprensión puede ser lo peor, el problema más difícil de solucionar. Porque no nos escuchan, porque piensan que somos de hierro y piedra en una excéntrica mezcla que ni siquiera vemos en una obra construída a prueba de terremotos. Es imposible. Lo que ven o quieren ver de nosotras, es imposible. Reconocer que nos pasan cosas, que con todo no se puede, a veces también eso nos mata.
¿Pero cómo hacer para que esa imagen de"fragilidad" que lleva nuestro sexo no se nos venga en contra? Porque nosotras podemos. A nuestros tiempos y en nuestros tiempos, pero podemos. Nada nos detiene. Pero tampoco se puede ir por la vida con la violeta el martes, la amarilla el jueves, la verde el domingo... No podemos hacer una paleta de colores nuestra semana. No podemos hacer de nuestra vida una farmaco-dependencia. Eso es nuestro fin, nuestro peor final.
Dejar que nuestros estados fluyan y se expandan cada vez que se les antoje ,puede ser una solución y que los demás entiendan, que preferimos ser como somos a ser clientas permanentes de la farmacia de la esquina.
Y ni hablar de las sesiones de terapia, del dermatólogo, del ginecólogo, del oftalmólogo, del odontólogo, del dietólogo. De todos los especialistas especializados en "ólogos". Así, no se puede ser mujer. Así, no se puede.
Empecemos a manejar nuestra vida con la cabeza y no con una o varias recetas. La vida puede ser mucho más agradable que un blister... Y al que no le guste, que se tome una pastillita para los nervios!

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