viernes, 29 de octubre de 2010

LA MUERTE NO ME SIENTA, ME PONE DE PIE.


Desde que la razón es razón, la razón se pregunta: ¿Qué hay más allá de la muerte? O por lo menos mi razón se lo pregunta. Y claro, como no creo en nada que no sea comprobable, tangible, visible, razonable o racional, para mí después de la muerte no hay nada. Para el que muere por lo menos, no hay nada.
Pero hay algo que deja la muerte y no es para quienes mueren, sino para quienes quedan. Un mensaje claro, contundente, fácil de entender: "la vida es una sola". Todo lo que hagas o dejes de hacer, será en esa única vida que vivas.
Y claro, la muy guacha no te avisa cuando llega, no te golpea la puerta y te dice: "Macho, ojo que tenés 34.548.987 minutos, horas o momentos de vida". La muy perra te deja pensando que puede ser en cualquier momento. Y ni hablar del cómo.
Pero lo bueno de no saber cuándo va a venir a buscarte, es que si te agarra con la vida vivida como quisiste, cuando venga te va a importar muy poco. Porque no dejaste de vivir, porque hiciste, porque quisiste, porque te animaste, porque amaste, porque te moviste, porque actuaste, porque pensaste, porque cambiaste de opinión también, porque decidiste por vos, porque hiciste lo que quisiste cuando quisiste. Pero sólo vas a poder hacerle "sucutrule" a la muy parca, si no dejaste de hacer lo que sentiste, aún habiéndote equivocado. Básicamente, si fuiste coherente con lo que sentiste y no te engañaste.
Sí, lo mio puede sonar muy Osho, muy Bucay, muy "El Secreto", pero como ellos no inventaron nada, está claro que yo tampoco.
Que la vida es una sola, eso lo sabemos todos. Eso, no es ningún misterio. Ahora, ¿estamos convencidos de que la estamos viviendo a pleno y de que no nos estamos perdiendo de nada?
Bueno, a mi la muerte me pega así. Cuando alguien se va, así, de repente, sin imaginármelo, me pregunto eso: ¿estoy animándome a vivir? Y mi cabeza empieza a escanear mi corazón y mi corazón empieza a escanear mi cabeza. Siento lo que pienso y pienso en lo que siento. Hago como una vista previa de mi vida y si me falta algún archivo importante, claro, encuentro un hueco, un vacío. Pero si siempre hice lo que sentí o si al menos lo intenté, me alcanza. Ese agujero no aparece. Ese archivo está.
Pero cuán conscientes somos de eso. Por qué muchos dejamos para otro momento lo que podemos resolver hoy, lo que podemos hacer hoy, lo que podemos sentir hoy. El tiempo pasa rápido, nos supera en velocidad y nos gana, siempre nos gana. Que nos deje perdiendo, ese sería el error.
Jugar a la vida. Jugar, esa es la cuestión, ese es el desafío. Hacer hasta lo imposible y más, hacer. Siempre hacer. Mal o bien, qué importa. Importa el intento, el intento hasta el final aunque no sepas cuándo es el final.
Entonces por eso a mi la muerte no me sienta, me pone de pie. Me hace pensar, me hace avanzar para no quedarme atrás y que cuando me encuentre, me encuentre feliz por haber hecho todo lo que quise, todo lo que más pude con mi vida y con los demás. Yo no me voy a rendir, yo voy a seguir disfrutando cada minuto, cada segundo. Voy a vivir mi vida entera, siendo coherente con lo que siento.
Así que cuando venga, que venga. Yo le voy a sacar la lengua y me voy a reír. Y recién después de eso le voy a dar la mano para que me lleve, a la muy perra.


martes, 19 de octubre de 2010

ESO NO SE DICE


"Perdiste la oportunidad de quedarte callada", decía siempre una amiga. Gran frase (en adelante "la frase") que puede aplicarse en casos de altas demostraciones de pérdida de la cordura.
Los nuevos medios de exposición han dado una herramienta más que efectiva a la hora de revelar datos que deberían guardarse entre cuatro paredes o por lo menos, entre las paredes del cráneo de uno. "Hace 15 días que no voy de cuerpo"; "Me vino"; "Lo acabo de conocer y ya me quiero casar"; "Quiero un marido que me mantenga"; "No tengo relaciones desde hace ya..."; "A mi novio yo le digo cariñosamente Firulete"; "A minutos de tener un encuentro íntimo...", a todas esas expresiones se aplica "la frase". No porque esté mal decirlas, sino por lo importante que es tener en cuenta en dónde y cómo se dicen. Por vegüenza nomás. Por guardar las formas y por el misterio en sí.
Todos sabemos que todos vamos al baño, pero no por eso tenemos que estar al tanto del momento exacto en el que se va, y los detalles sobre cómo ejerce el otro dicha tarea en el sanitario. Hay imágenes que mejor no imaginar, no reproducir en la mente. Silencio visual, algo muy sano.
Pero hay como una necesidad de hablar, de decir, de escribir estas necesidades o ganas porque... ¿no hay nada que decir? Entonces, mejor no digas nada. Casshate! Después nos quejamos porque nos ven como locas, desatadas, como objetos, como mujeres zarpadas, y no nos tratan como damas. Hay que ser siempre una dama, y demostrarlo siempre. Y cuando digo siempre, es siempre.
Cada una de nosotras tiene algo que la hace misteriosa, interesante, atractiva. Pensalo al revés. Viene un hombre muy atractivo, se te acerca, lo mirás, te mira. Se gustan, claramente te gusta. No se conocen, o sí, pero se atraen y mucho. Y de la nada, así, abruptamente te dice: "Comí como un chancho, me cayó mal, tengo retorcijones y unas ganas bárbaras de...", lo que sea que venga después, no lo querés escuchar. Repito, no lo querés escuchar. Se va la magia, toda la magia.
Entonces por qué tenemos que publicar detalles de nuestra vida que deben mantenerse en un ámbito privado. Claro, entre amigas quién no dice todas esas cosas. ¿Quién no las libera? Pero ese puede ser un contexto más que adecuado, si es que no es el indicado. Pero publicarlo NO, atate los deditos y censurate. Por tu bien, es por tu bien y por el de todos.
Lo que quiero decir es que la próxima vez que te sientes frente a la computadora, con la ventana de "¿Qué estás pensando?" abierta, antes de escribir un pensamiento de esas caracterísitcas, pares, frenes, te detengas un segundo y te preguntes: ¿perderé la oportunidad de quedarme callada?.