sábado, 3 de marzo de 2012

EL QUE GRITA MÁS FUERTE GANA


Si esa máxima funcionara, ya me hubieran convencido.
Subestimar al otro e intentar imponer ideas no es más que otra variante de violencia. -"TENGO RAZÓN, PORQUE LO DIGO YO", -A-ha.
La respuesta -Porque yo lo digo- al -¿Por qué?, sólo se la permití cuando era chica a mis padres. Y en todo caso, también a mis tíos. Pero sólo por respeto y por la diferencia de edad. Hoy, aceptarla de adulta sería de ingenua, inclusive si fuera una respuesta de mis padres.
Si la naturaleza me dio un cerebro, entonces tengo derecho a usarlo. Y por lo tanto, tengo derecho a pensar. Como vos, o distinto. Esa, es una decisión mía.
Lo bueno de los debates y de los intercambios de ideas, es que escuchando al otro uno también aprende. Y hasta también cambia de opinión en ciertos casos. Porque ver las cosas desde otro lugar o desde otra perspectiva, te hace pensar. Y hasta te hace ver que podés estar equivocado. Eso en mi mundo se llama crecer. Pero para eso, es fundamental escuchar al otro. Pero claro, para eso tenés que quedarte callado y plantear tus puntos de vista después, cuando sea tu turno. No sobre lo que piensa el otro a un volúmen más elevado para callarlo. Y para eso, también tenés que ser adulto.
El grito y el insulto como herramientas para ganar una discusión es hacer trampa. Como cuando jugabas al Juego de la Vida. Si en lugar de avanzar seis espacios avanzabas siete sin que el otro se diera cuenta, ganabas. Claro, pero así ganaba cualquiera.
No es lo mismo que aprehenda de tus opiniones a que aprenda de tus opiniones. Porque cuando imponés dejo de escucharte y a la única conclusión que llego es a considerar siempre al silencio como sabio. Porque el silencio siempre dice mucho más que tus gritos.
Las ideas no se imponen, se discuten, se debaten, se hablan. Eso es la comunicación. Un ida y vuelta, un yo pienso y vos también. Un respeto mutuo. Yo no te pienso como tonto y vos tampoco me pensás a mi así. Una charla de adultos, un crecimiento que no se detiene.
Nadie tiene la última palabra y nadie tiene la primera. No es una carrera, no es una competencia. Es un intercambio. Vos me decís lo que pensás y yo te digo lo que pienso, con respeto. Siempre con respeto. Es sano, es lúcido, es creativo. Es un desafío para nuestras mentes. Pero claro, para esto hay que estar abierto a pensar que uno quizá puede estar equivocado. Y que alguien alguna vez, podría hacer que cambies de opinión. Pero porque te hizo pensar, porque te hizo ver las cosas de otra manera, no porque te lo impuso. Porque el otro también tiene razón, aunque no sea igual a tu razón.
Yo no voy a dejar de pensar porque vos me grites. Yo no voy a dejar de razonar porque vos me grites.
Te dejaré ganar dejándote de escuchar. Y recordaré siempre que con vos no se puede jugar.
¿Te parece?


martes, 19 de julio de 2011

ENREDADOS SOCIALES


A tu novio lo sigue tu ex. Tu ex, quien lo agregó como amigo a tu cuñado. Tu cuñado, quien le dio unfollow a tu mejor amiga; tu mejor amiga quien encerró a tu cuñado en un círculo al que llamó: "pelotudos". Y en el medio de todo eso estás vos, etiquetada en todas las fotos de todos tus contactos en los que están incluídos tu novio, tu ex, tu cuñado, tu mejor amiga y todos los pelotudos que ella encerró.
Y vos, creés que tenés privacidad...
Empezaste con una red por novedad y para contactarte con tus amigos que están del otro lado del mundo. Y ahora conocés a sus familias, y a las familias de sus familias. Una simple foto o un simple comentario y recorrés todo su árbol genealógico sin proponértelo. Y así también lo que piensan, opinan y creen. Con el tiempo recordás por qué los habías dejado de ver o por qué nunca les habías escrito. O por qué de la categoría "conocidos", nunca habían pasado a la categoría "amigos".
Aparece otra red, a la que entrás por curiosidad. Pensás que es distinta, acá no son conocidos, ni amigos, ni familiares. Hasta que todos esos que creías que no ibas a encontrar acá, entran también por curiosidad. Y ves que otra vez te contactás con los mismos de la otra red pero ahora en esta. Y quedás atrapado en ella. Si dejás de leer a uno, se enoja ese y otro por carácter transitivo. Como si fuera una logia a la que no podés abandonar por elección y a la que debés pertenecer porque a otros se les canta.
Y otra red más se suma a la confusión, pero con más caracteres, con más posibilidades de expresarte no tan cortito. Y ves a los mismos. Los que aparecieron en la primera, que después se sumaron a la segunda y ahora te los encontrás en la tercera. Haciendo los mismos comentarios tanto en una como en otra. Una especie de comentarios clonados, de copipasteados, con el temor de no haber sido leídos ni en la primera, ni en la segunda, ni en la tercera. Pero en ésta hacen la diferencia, discuten. No sólo dicen lo que piensan sino que ahora también acotan, retrucan y atacan. Claro, cuantos más caracteres hay, más extendidos pueden ser sus argumentos. Como si eso hiciera una diferencia. Como si con una sola línea no se pudiera explicar un concepto.
Y mágicamente aparece otra, pero ésta con un plus. Ésta, dicen que es más "piola" porque en ella no sólo se escribe sino que también se conversa. Te ves, te escuchás ¿Y adiviná qué más hacés? Claro, TE LEÉS! Sino te alcanzaba con lo que escribían, ahora también los podés escuchar mientras también gesticulan. Por las dudas de que te hayan quedado dudas.
Y otra vez los mismos. Los que están en la primera, que después se abrieron una cuenta en la segunda, que discutieron en la tercera y que ahora te agregan en un círculo en la cuarta.
En conclusión, ahora sabés sobre sus familias, sobre sus rutinas, sobre todo lo que los enoja, sobre sus opiniones políticas, sobre lo que comen, sobre lo que dejan de comer y hasta dónde están situados geográficamente en este momento.
Sobre lo que están pensando, sobre lo que está pasando, sobre lo que están hablando y sobre sus novedades más novedosas. Pero ya no son personas, son contactos, amigos, seguidores o lectores.
Te contactás con todos y no te contactás con nadie. Y no hablás con nadie pero sabés todo de todos. Y si no están en una red, están en otra; o están en todas.
Y así, te vas enredando mientras quedás atrapado en la vida de todos. Y así, te vas encerrando mientras quedás atrapado en el mismo círculo social. Y entonces, decidís salir a jugar a la vereda.

viernes, 4 de febrero de 2011

HOMBRE, DILE HOMBRE.


El papel de la mujer en la sociedad ha evolucionado. Ahora no sólo es ama de casa y madre. Es presidente de un país, directora de una compañía, jefa o empresaria independiente.
Las que en la historia se han destacado en la literatura, la ciencia o el arte, lo han hecho tras el anonimato, el seudónimo o señaladas como disfuncionales sociales. Mujeres que se han sentido injustamente culpables por su inteligencia o por sus talentos, y que han llevado eso en sus hombros como una carga, como una maldición. Pero hoy eso es eso, historia.
La competitividad con el hombre ha puesto a la mujer a la par en todos los aspectos. Claro, salvo en esos puestos que son exclusivos para el sexo masculino.
La diferencia entre nosotras y ellos, hoy sólo es hormonal y física. A la hora de competir con el intelecto, el esfuerzo es el mismo, o casi. En algunos excepcionales casos, es el doble. Porque aún quedan algunos vestigios de aquello que denominamos "historia".
"Andá a lavar los platos"; "El lugar de las mujeres es en la cocina"; "No pueden caminar y masticar al mismo tiempo"; "Su cabeza sólo sirve para después apoyar un vaso con whisky", son frases que aún se escuchan por ahí. ¡Negalo, si sos macho!
Ser mujer y saber que ser mujer es mucho más que esas frases que sólo denotan inseguridad levantan, aunque suene raro, nuestra autoestima. Porque cuando nos atacan, lo que a vos te debilita como hombre a nosotras nos fortalece. Sí, tu debilidad o tu inseguridad, nos hace más fuertes, nos hace más seguras.
El orgullo de ser mujer y de acceder a lo mismo que hace décadas sólo accedían los hombres, nos enaltece y nos coloca en un punto del mundo diferente, más abierto, más responsable, más audaz. Eleva el deseo de superarnos a nosotras mismas, a crecer, a conseguir lo que consideramos LA libertad, nuestra libertad.
Pero todo esto no nos hace superiores. No, chicas. ¡No! No podemos ir al otro extremo y considerar al hombre como una cosa portadora de un aparato reproductor masculino y nada más. No podemos denominarlos como livianamente se los denomina: "chongos".

Ellos no son cosas, no son maniquíes, no son robots, no son muñecos, NO son-chon-gos. Está bien, podrás decir que alguno, sí. Pero justo "ese", no entra en esta discusión.

Es necesario mantener el respeto, la integridad del otro, la masculinidad, su hombría. Y otra vez me vas a decir que a algunos les falta todo esto. Y otra vez te voy a decir, tenés razón pero "esos" tampoco entran en esta discusión.
No van a respetarte si vos no los respetás. Parte de nuestro crecimiento y desarrollo en la sociedad, se debe a la apertura mental que tuvieron ellos como género para hacerse a un lado y darnos a todas la oportunidad y el espacio para intentarlo, para lograrlo. Nos dieron el lugar para poder demostrarlo. Y me vas a decir: ¡Se corrieron por cagones! Puede ser, pero "esos otros" tampoco entran en esta discusión. Todos "esos" no son más que excepciones.
Minita, mina, perra, yegua, los términos que quieras emplean hacia nosotras. Sí, no son los adecuados pero depende de ellos que los cambien y de nosotras no aceptarlos.
¿Alguna vez te pusiste a pensar lo feo que suena "CHON-GO"? Horrendo, espantoso, injusto, despectivo, vulgar, paupérrimo, pedorro, es muy desvalorizante, bah. Un término tan pero tan...chongo, no puede ser ni siquiera gracioso.

El hombre no es una cosa que sólo sirve para eso que estás pensando y nada más, aunque hayan quienes lo traten como tal. De ellas desconfío, de ellas dudo.
No valorizarlos, es no valorizarnos a nosotras. Y si nosotras no nos valorizamos, chau pichi. Fue, se acabó, no va más, es triste. Y todo lo que construimos en la historia hasta acá, vuelve al mismo punto. Todo vuelve a empezar, pero al revés.
Sé que no sólo nosotras usamos ese término, pero de eso que se encarguen los responsables. Yo sólo puedo hablar de mi y de nosotras. Yo sólo puedo hablar desde la mujer que soy.

Por el esfuerzo que nos ha llevado por siglos nuestro lugar, por nuestros derechos, por nuestros deseos, antes de nombrar a un hombre que se llama Alfredo; Ricardo; Roberto; Ramón; Mario; Rubén o como se llame con el término "Chongo", pensalo. No seas jodida. Porque a vos no te gusta que te traten como a una cosa que sólo sirve para "eso".


viernes, 14 de enero de 2011

JAQUE MATE AL FLORISTA


Resulta que no hay nada como tener amigos hombres. Te cuidan, te miman, te respetan. Y salir con ellos, a veces, es mucho más divertido que salir con tu grupete de amigas.
Salir con todos ellos siendo vos la única mujer, siempre te convierte en "reina". Aunque no lleves ni siquiera una corona fúnebre sobre la cabeza.
Tienen el don de hacerte sentir cuidada, protegida, tienen el don de hacerte sentir una verdadera dama. Porque ellos se convierten en señores con vos. Son los que te corren la silla para que te sientes primero, los que te sirven la mejor porción de pollo, los que se ocupan de que tu vaso siempre esté lleno, los que te preguntan si estás bien todo el tiempo, los que te acompañan a tu casa cuando ya es tarde, los que te escuchan con atención cuando hablás del mundo femenino desde tu óptica de amiga.
Pero cuando estás con ellos en lugares públicos, muchas son las situaciones incómodas. Hay quienes no se te acercan ni siquiera a preguntarte la hora creyendo que sos la pareja de alguno, la camarera no intenta seducir a tus amigos por miedo a recibir una mirada fulminante de tu parte, por ejemplo. Pero hay una de esas situaciones que es la más incómoda de todas, la fatal, la más tremenda. Y es el florista acercándose que los mira como diciéndo: "Están obligados a regalarle una flor a la dama, porque alguno de todos ustedes debe demostrarle que es un caballero con un gesto, y obvio que es regalándole una flor". Ellos se ponen nerviosos porque son tus amigos, no son tus novios. Tampoco quieren quedar como insensibles porque te respetan como mujer y te tratan como tal. Y no sé dónde catzo dice en nuestra cultura, que los hombres están obligados a regalarnos flores para demostrar su afecto.
Yo adoro las flores, me encantan, y sobretodo que me las regalen. Pero una espera eso de otro tipo de hombre, precisamente de quien te interesa que sea mucho más que tu amigo. Y no porque justo viene alguien a la mesa con una docena de ellas. Lo natural, lo sincero, lo valedero, siempre es en otro contexto.
Y entonces viene la situación incómoda, el florista se acerca, tus amigos se ponen colorados porque no saben si sacarlo corriendo a patas por la incomodidad, o si pelar la billetera y comprarte una de esas flores que sabés que sólo te la están comprando porque no les queda otra. Y ahí venimos nosotras, quienes en ese momento debemos ponernos en su lugar y actuar como heroínas, valientes y sensibles, tratando de salvar la situación como sea. Objetivos: 1- Sacarlos a ellos del apuro. 2- No herir la dignidad del florista que sólo está trabajando e intenta ganarse unos mangos. Está bien, por qué eligió flores y no trapos de piso para vender, quién sabe. A lo mejor, porque logra más poniendo a varios tipos en la misma incomodidad que padecen mis amigos ante: -¿Una flor para la dama?.
Y de pronto, sin que nadie se lo espere, actúo. Tomo partido, entro en la escena y saco de un brete a mis amigos, al florista y a mi vergüenza.
"Soy alérgica a las flores", digo como si nada. Y el florista cambia la cara a modo "No puedo tener tanta mala suerte". Mis amigos pasan de la angustia a la felicidad y yo, respiro. Simplemente respiro.

Al pobre hombre no le quedó otra que retirarse con sus ramos a otra parte. Y mis amigos zafaron de regalarme una flor, zafaron de quedar mal con el florista, zafaron.
Desde ese momento supieron que ya no todo sería como antes. Ahora, cuando vuelvan a enfrentarse a una situación así, estén con quién estén, sabrán qué decir: "Ella es alérgica". Y, jaque mate al florista.



martes, 2 de noviembre de 2010

FAMA Y CIRCO


Pareche que hay uno que habla todo achí, otro que hace pa pa pa para no sé qué cosa con los pies, utru que se hace el que hubla en castellanu y nu se le entiende nudu, una señora con peluquita que no es señora y un desfile interminable de seres aún más llamativos que los anteriores. En este mundo paralelo, todos estos personajes se asoman un día y de la nada, pasan a convertirse en elencos estables y hasta a veces permanentes de una obra extensa a la que no se le puede predecir el final.
Comienzan a recorrer un camino tan vertiginoso como cretino. Una carrera, quién sabe para qué.
Ahora bailás, ahora cantás, ahora hacés el ridículo, ahora te humillás, ahora te enojás, son directivas que aparecen como obstáculos que deben superar para poder avanzar. Cuanto más cerca del límite, más escalofriante.
Descontrolan sus emociones frente a una caja provocadora de reacciones para terminar siendo parte de algo que no se sabe si es un drama o una comedia. Velocidad, en este mundo del que hablo todo tiene velocidad. Todo va tan rápido que los confunde, los atormenta.
Pasan de ser protagonistas a descartables según el momento. Y se desnudan, mientras sus vidas posan frente a la vista de todos.
No hay intermedios, no hay procesos, no hay duelos. Deben reír y llorar casi al mismo tiempo. Sus emociones se lanzan sin aviso de un extremo a otro convirtiendo todo en una gran montaña rusa.
Sus vidas se proyectan en una gran vidriera mientras los "cuerdos" desde afuera se ríen, se mofan, se regocijan. Sus vidas se convierten en grandes circos públicos donde no hay un animador que los acompañe.

Y así pasan, de un lado al otro mostrándose con lo único que tienen, ellos mismos. Creen ver en esto sus salidas, sus saltos, sus futuros. Se emocionan y se comprometen con la idea de salvarse. Y ahí se entregan por completo. Venden lo poco que tienen para sobrevivir. Venden su vida para sobrevivir.
Se convierten en exponentes de la burla, del chascarrillo, de la broma de mal gusto, de la vergüenza ajena. Entregan todo para que otros se diviertan, entregan todo para ser los bufones del rey.
Los exponen y se exponen a un ridículo que los humilla, para que otros se sientan un poco más normales y así ahorrarse años de terapia.
Los paran en una marca, les encienden la luz, les abren los micrófonos y los llenan de preguntas confusas para que hagan y digan cosas inesperadas. Los encandilan con la fama, la euforia y la adrenalina de un espectáculo al que no pertecen pero del que sí son parte. Y ahí los tienen dando su show hasta que encuentran otro mejor o diferente. Los ponen y los sacan, los sacan y los ponen, mientras ellos sentaditos esperan su próxima aparición. Se quedan como de guardia en una soledad y un dolor que sólo ellos deben experimentar.
Cuando su momento les llega, los quince minutos de fama se convierten en meses y quedan hipnotizados por una puesta en escena de un éxito que creen alcanzar. Y así siguen. En el camino algunos avanzan lo más que pueden, otros caen, hay quienes abandonan o están los que simplemente desaparecen. Los más resistentes y los capaces de transformarse según el contexto, perduran más. Quienes redoblan la apuesta, perduran más. Y extienden su fama aún un poco más.
Lástima que no se den cuenta que mientras los "cuerdos" juegan su juego, ellos pierden todo.

viernes, 29 de octubre de 2010

LA MUERTE NO ME SIENTA, ME PONE DE PIE.


Desde que la razón es razón, la razón se pregunta: ¿Qué hay más allá de la muerte? O por lo menos mi razón se lo pregunta. Y claro, como no creo en nada que no sea comprobable, tangible, visible, razonable o racional, para mí después de la muerte no hay nada. Para el que muere por lo menos, no hay nada.
Pero hay algo que deja la muerte y no es para quienes mueren, sino para quienes quedan. Un mensaje claro, contundente, fácil de entender: "la vida es una sola". Todo lo que hagas o dejes de hacer, será en esa única vida que vivas.
Y claro, la muy guacha no te avisa cuando llega, no te golpea la puerta y te dice: "Macho, ojo que tenés 34.548.987 minutos, horas o momentos de vida". La muy perra te deja pensando que puede ser en cualquier momento. Y ni hablar del cómo.
Pero lo bueno de no saber cuándo va a venir a buscarte, es que si te agarra con la vida vivida como quisiste, cuando venga te va a importar muy poco. Porque no dejaste de vivir, porque hiciste, porque quisiste, porque te animaste, porque amaste, porque te moviste, porque actuaste, porque pensaste, porque cambiaste de opinión también, porque decidiste por vos, porque hiciste lo que quisiste cuando quisiste. Pero sólo vas a poder hacerle "sucutrule" a la muy parca, si no dejaste de hacer lo que sentiste, aún habiéndote equivocado. Básicamente, si fuiste coherente con lo que sentiste y no te engañaste.
Sí, lo mio puede sonar muy Osho, muy Bucay, muy "El Secreto", pero como ellos no inventaron nada, está claro que yo tampoco.
Que la vida es una sola, eso lo sabemos todos. Eso, no es ningún misterio. Ahora, ¿estamos convencidos de que la estamos viviendo a pleno y de que no nos estamos perdiendo de nada?
Bueno, a mi la muerte me pega así. Cuando alguien se va, así, de repente, sin imaginármelo, me pregunto eso: ¿estoy animándome a vivir? Y mi cabeza empieza a escanear mi corazón y mi corazón empieza a escanear mi cabeza. Siento lo que pienso y pienso en lo que siento. Hago como una vista previa de mi vida y si me falta algún archivo importante, claro, encuentro un hueco, un vacío. Pero si siempre hice lo que sentí o si al menos lo intenté, me alcanza. Ese agujero no aparece. Ese archivo está.
Pero cuán conscientes somos de eso. Por qué muchos dejamos para otro momento lo que podemos resolver hoy, lo que podemos hacer hoy, lo que podemos sentir hoy. El tiempo pasa rápido, nos supera en velocidad y nos gana, siempre nos gana. Que nos deje perdiendo, ese sería el error.
Jugar a la vida. Jugar, esa es la cuestión, ese es el desafío. Hacer hasta lo imposible y más, hacer. Siempre hacer. Mal o bien, qué importa. Importa el intento, el intento hasta el final aunque no sepas cuándo es el final.
Entonces por eso a mi la muerte no me sienta, me pone de pie. Me hace pensar, me hace avanzar para no quedarme atrás y que cuando me encuentre, me encuentre feliz por haber hecho todo lo que quise, todo lo que más pude con mi vida y con los demás. Yo no me voy a rendir, yo voy a seguir disfrutando cada minuto, cada segundo. Voy a vivir mi vida entera, siendo coherente con lo que siento.
Así que cuando venga, que venga. Yo le voy a sacar la lengua y me voy a reír. Y recién después de eso le voy a dar la mano para que me lleve, a la muy perra.


martes, 19 de octubre de 2010

ESO NO SE DICE


"Perdiste la oportunidad de quedarte callada", decía siempre una amiga. Gran frase (en adelante "la frase") que puede aplicarse en casos de altas demostraciones de pérdida de la cordura.
Los nuevos medios de exposición han dado una herramienta más que efectiva a la hora de revelar datos que deberían guardarse entre cuatro paredes o por lo menos, entre las paredes del cráneo de uno. "Hace 15 días que no voy de cuerpo"; "Me vino"; "Lo acabo de conocer y ya me quiero casar"; "Quiero un marido que me mantenga"; "No tengo relaciones desde hace ya..."; "A mi novio yo le digo cariñosamente Firulete"; "A minutos de tener un encuentro íntimo...", a todas esas expresiones se aplica "la frase". No porque esté mal decirlas, sino por lo importante que es tener en cuenta en dónde y cómo se dicen. Por vegüenza nomás. Por guardar las formas y por el misterio en sí.
Todos sabemos que todos vamos al baño, pero no por eso tenemos que estar al tanto del momento exacto en el que se va, y los detalles sobre cómo ejerce el otro dicha tarea en el sanitario. Hay imágenes que mejor no imaginar, no reproducir en la mente. Silencio visual, algo muy sano.
Pero hay como una necesidad de hablar, de decir, de escribir estas necesidades o ganas porque... ¿no hay nada que decir? Entonces, mejor no digas nada. Casshate! Después nos quejamos porque nos ven como locas, desatadas, como objetos, como mujeres zarpadas, y no nos tratan como damas. Hay que ser siempre una dama, y demostrarlo siempre. Y cuando digo siempre, es siempre.
Cada una de nosotras tiene algo que la hace misteriosa, interesante, atractiva. Pensalo al revés. Viene un hombre muy atractivo, se te acerca, lo mirás, te mira. Se gustan, claramente te gusta. No se conocen, o sí, pero se atraen y mucho. Y de la nada, así, abruptamente te dice: "Comí como un chancho, me cayó mal, tengo retorcijones y unas ganas bárbaras de...", lo que sea que venga después, no lo querés escuchar. Repito, no lo querés escuchar. Se va la magia, toda la magia.
Entonces por qué tenemos que publicar detalles de nuestra vida que deben mantenerse en un ámbito privado. Claro, entre amigas quién no dice todas esas cosas. ¿Quién no las libera? Pero ese puede ser un contexto más que adecuado, si es que no es el indicado. Pero publicarlo NO, atate los deditos y censurate. Por tu bien, es por tu bien y por el de todos.
Lo que quiero decir es que la próxima vez que te sientes frente a la computadora, con la ventana de "¿Qué estás pensando?" abierta, antes de escribir un pensamiento de esas caracterísitcas, pares, frenes, te detengas un segundo y te preguntes: ¿perderé la oportunidad de quedarme callada?.